jueves, julio 04, 2013

EL PROGRAMA DE POSADAS y HERNANDO ACEVEDO

El colombiano que sacó de la miseria a cientos de familias, quiere ser profeta en su tierra

Programa de desarrollo social integral que Hernando Acevedo realizó en Venezuela, fue declarado ejemplo mundial por la Organización Mundial de Turismo.
 Hace algunos años, Venezuela impulsó un programa para sacar de la miseria algunas zonas de ese país, en cumplimiento de los mandatos de la ONU para los asentamientos humanos. El colombiano Hernando Acevedo fue el gestor y artífice del éxito del proyecto. En su país no lo han querido escuchar.
La de Acevedo es una de tantas historias de colombianos que quieren plasmar en su patria las experiencias adquiridas, pero que no son escuchados porque no son Nules, Gómez o inversionistas con nombres difíciles de pronunciar.
La historia de este exalcalde de Villa de Leyva comienza al finalizar 1976, cuando el entonces ministro de Turismo de Venezuela, Diego Arias, le encarga elaborar un programa piloto que reúna todas las recomendaciones del Hábitat, y escogen al caserío de El Cerrito, la zona marginal de la población de Sanare, en el Estado Lara, como el lugar indicado.
“Era el sitio de las prostitutas, los locos, los borrachos, de los que se quedaron rezagados de la sociedad porque la gente activa se fue para la zona urbana”, recuerda Hernando en diálogo con APE Noticias.
A partir de ese momento Acevedo configuró un proyecto de desarrollo social integral que tuvo al turismo como eje central y motor de progreso y que, efectivamente, al cabo de dos años, convirtió a El Cerrito en centro turístico, reconocido por la Organización Mundial de Turismo como ejemplo mundial.
¿Cómo una zona marginal se convierte en un polo de turismo?, le pregunto a Acevedo, quien en Colombia restauró más de una treintena de monumentos y además organizó los museos de Desarrollo Urbano de Bogotá y de Historia Natural del Planetario. Además estudió Antropología y trabajó como librero y anticuario, entre otras actividades.

Seis meses capacitando a los pobladores en diversos oficios
El proyecto se inició con una etapa de seis meses que comenzó cuando el primer día que llegó al sitio, Acevedo se sentó en una acera a observar “el desaseo, el desorden, las moscas, la miseria, y como a las siete de la noche una señora se nos acercó y nos dijo que nos fuéramos, ‘porque ustedes no son de la zona y este sitio es peligroso’. Por supuesto nos fuimos”, relata.
Al día siguiente regresó y recorrió casa por casa. “Era miseria absoluta. Entonces lo primero que hacemos es un inventario de las  capacidades de la gente. Si eran deportistas, qué estudio tenían, toda una encuesta para orientar el programa. Paralelamente el INCE, que es el SENA nuestro, entró a capacitar a los habitantes en diversos oficios”.
“Mientras tanto empecé, sin planos, a rehabilitar 60 casas y a construir 30 más. Pero toda la mano de obra era de la misma comunidad -100 familias- que comenzaba a capacitarse en albañilería, carpintería, ebanistería, herrería, orfebrería, Instalé una carpintería, hicimos camas, puertas, ventanas. Hicimos cerrojos, rejas, faroles. En fin, todo lo necesario para dotar las viviendas”.

El turismo como polo de desarrollo
Seis meses después y cuando la población estaba capacitada y comprometida con el programa, Acevedo se dio a la tarea de construir 20 posadas turísticas que aún existen y son manejadas por la Corporación de Turismo, así como otras 14 en casas de familia que funcionaban independientemente de las viviendas, es decir en el área del solar.
A la par se rehabilitaron las calles, los solares, los muros y se comenzaron a construir pequeños restaurantes, manejados por personas del caserío. Se instalaron las tuberías de aguas negras, las redes de electricidad y se adecuaron las calles.
“Fue todo un éxito. Se revitalizó la arquitectura popular, en la parte cultural volvieron a renacer las tradiciones y las leyendas, así como el folclor, tanto que ahora existen grupos musicales y melodías propias de El Cerrito. En definitiva, el pueblo se reactivó y la gente de todas partes del país comenzó a llegar, incluso aquellos que habían emigrado quisieron volver”, recuerda.
Según el protagonista de la historia, “todos los habitantes comenzaron a tener ingresos. El dinero del programa comenzó a circular dentro de la comunidad porque los únicos extraños eran el director de la obra (Acevedo), un maestro de obra, dos carpinteros (llevados desde Bogotá) y un herrero, quienes fueron los encargados de capacitar a los pobladores en esos oficios”.
A  los dos años, Sanare fue declarado el primer poblado turístico de Venezuela. El costo aproximado del proyecto fue de  cuatro millones de bolívares (unos USD930.000 de entonces) que se recuperaron en seis años con el alquiler de las posadas turísticas. Acevedo construyó otros dos poblados similares en La Plazuela, estado de Trujillo y La Guanota (Monagas).

¿Profeta en su propia tierra?
Hernando Acevedo regresó a Colombia hace algunos años y no ha dejado de tocar las puertas de los gobiernos para que le presten atención al programa, pero todos son oídos sordos.
Hace dos años le pidieron que identificara una población para un eventual desarrollo del programa. Durante un año trabajó en un caserío del municipio de La Palma, Cundinamarca, que vive en la miseria, pero cuando ya tenía el estudio y tras gastar sus propios recursos, le dijeron que para el gobierno “no era prioridad este tipo de proyectos”.
Sin embargo, Acevedo aún confía en ser profeta en su propia tierra.
“Yo quiero hacer este programa en Colombia porque he sentido los cambios de la gente y la inmensa satisfacción de ver cómo una zona marginal, en pocos años y a bajo costo, se convierte en un polo de desarrollo y en ejemplo de convivencia”,  concluye Acevedo.

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