Costa Rica exporta modelo de turismo y conservación en reservas privadas
La creación y uso de reservas privadas favorece naturaleza y la economía y es un modelo para el resto de Centroamérica
La relación entre naturaleza y turismo, así como conservación privada y desarrollo comunitario, son elementos que podrían reproducirse en otras naciones centroamericanas, siguiendo el ejemplo de Costa Rica.
Si el resto de los países de la región lograran consolidar su red de reservas privadas, Centroamérica estaría conformando un gran corredor biológico en beneficio de las especies.
“Estaríamos conectando la región de norte a sur y de este a oeste”, dijo Martín Keller, presidente de la Alianza Latinoamericana de Reservas Privadas.
Para Keller, Costa Rica se caracteriza por “tomar la palabra de primero” para hablar sobre temas de sostenibilidad no solo en la esfera pública, sino también en la privada. De hecho, con 20 años de existir, la Red Costarricense de Reservas Naturales ha demostrado que los esfuerzos de conservación privada no reemplazan los estatales; al contrario, los complementan y refuerzan.
Muchas de estas reservas funcionan como área de amortiguamiento de parques nacionales. Así, estos no se convierten en “islas biológicas” y logran guardar conectividad en función del intercambio de genes que garantice la estabilidad de las poblaciones de especies, y con ellas, las funciones ecológicas del bosque.
“La conservación voluntaria en manos privadas permite que se conserven los recursos naturales que aún tenemos, previniendo su explotación. Hoy por hoy, las reservas privadas resguardan el germoplasma o banco genético de las especies que quedan y ese patrimonio vale muchísimo”, resaltó Keller.
Para que la conservación sea rentable y las personas puedan vivir de ella, las reservas privadas apuestan a actividades económicas compatibles con el bosque, como el ecoturismo y la agricultura sostenible.
En el caso de Rancho La Merced, en Puntarenas, combinan la cobertura forestal con ganadería sostenible. Portasol, en Quepos, apuesta al desarrollo inmobiliario de bajo impacto, mientras en Pacuare Ecolodge, en Siquirres, se mezcla turismo de aventura con protección del bosque.
“Esas actividades incluso generan trabajo en zonas rurales muy alejadas y pobres”, comentó Rafael Gallo, presidente de la Red Costarricense de Reservas Naturales.
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