El 15 de octubre de 2012 recibí la comunicación de una licenciada cubana en Derecho que está preparando una tesis doctoral sobre los aspectos jurídicos del consumo de servicios turísticos. La doctorante profesa aunque no lo dice la visión ortodoxa o fenoménica del turismo y no se percata que la visión del destinatario de su comunicado concibe el turismo de forma diferente, como una actividad productiva consistente en la elaboración de programas de visita con contenido.
Para mí, esos programas son los únicos servicios a los que se puede llamar turísticos. Los servicios que la visión convencional tiene por turísticos son en realidad paraturísticos, es decir, auxiliares, inputs de la producción de turismo. Al dirigirse a mí, la doctorante cae en una positiva mala interpretación de mis planteamientos, según los cuales, los programas de visita son elaborados por el mismo turista que los va a ejecutar (consumir), lo que llamamos autoproducción, o por empresas especializadas, es decir, por empresas fabricantes de turismo, modalidad que denomino alteroproducción, o producción por quienes producen para otros. En el bien entendido de que, por limitaciones de la ciencia económica, cuando los programas de visita son producidos por los turistas, los servicios paraturísticos son considerados consumo final, mientras que cuando los produce una empresa esos servicios son de consumo intermedio. Este es el texto de la comunicación:
Estimado profesor:
Escribe una doctorante de Derecho de Cuba. Tuve la oportunidad de publicar en la revista Homo Viator, de la cual es coordinador el profesor Conde. Allí también aparece, en el volumen 3 del año en curso, un artículo escrito por
usted muy interesante denominado Turismo: ¿Complejo acto de consumo o simple actividad productiva? .Le confieso que lo he leído con mucho gusto porque estoy preparándome para comenzar a escribir mi tesis doctoral con el tema La protección jurídica al consumidor de servicios turísticos y, aunque no sea usted jurista, me resultan de mucha utilidad sus valoraciones respecto al turismo como acto complejo de consumo, ya que debo partir del análisis de la relación jurídica de consumo en el turismo y aunque ya he recopilado alguna bibliografía, sobre todo de juristas españoles , brasileños y mexicanos, me parece genial su enfoque, dado que, si se trata de defender el enfoque multisectorial con que debe ser valorado el turismo, entonces resultan muy importante y diría yo imprescindibles ,valorar los criterios que usted emite sobre el tema .Es por esta razón que le pido, sin querer causarle muchas molestias, si cuenta con algún otro artículo relacionado directamente con el tema ,hacérmelo llegar por esta vía.
Le saludo cordialmente, MsC M. S. R. M., Profesora asistente, Facultad de Derecho, Universidad de Camagüey.
Escribe una doctorante de Derecho de Cuba. Tuve la oportunidad de publicar en la revista Homo Viator, de la cual es coordinador el profesor Conde. Allí también aparece, en el volumen 3 del año en curso, un artículo escrito por
usted muy interesante denominado Turismo: ¿Complejo acto de consumo o simple actividad productiva? .Le confieso que lo he leído con mucho gusto porque estoy preparándome para comenzar a escribir mi tesis doctoral con el tema La protección jurídica al consumidor de servicios turísticos y, aunque no sea usted jurista, me resultan de mucha utilidad sus valoraciones respecto al turismo como acto complejo de consumo, ya que debo partir del análisis de la relación jurídica de consumo en el turismo y aunque ya he recopilado alguna bibliografía, sobre todo de juristas españoles , brasileños y mexicanos, me parece genial su enfoque, dado que, si se trata de defender el enfoque multisectorial con que debe ser valorado el turismo, entonces resultan muy importante y diría yo imprescindibles ,valorar los criterios que usted emite sobre el tema .Es por esta razón que le pido, sin querer causarle muchas molestias, si cuenta con algún otro artículo relacionado directamente con el tema ,hacérmelo llegar por esta vía.
Le saludo cordialmente, MsC M. S. R. M., Profesora asistente, Facultad de Derecho, Universidad de Camagüey.
Esta fue nuestra respuesta:
Mi estimada amiga, un placer saber de usted y de sus afanes. Debo empezar agradeciendo sus alabanzas y su petición de trabajos propios sobre el consumo de turismo. Como soy harto descuidado en el archivo de mis publicaciones, me parece que lo más fácil para usted es buscar con mi nombre completo en Google ya que de esta forma podrá acceder a muchas de ellas y elegir la que más se adapte a sus necesidades. No obstante, si encuentro algo sobre el tema no dude en que se lo haré llegar con mucho gusto.
Dicho lo que antecede, creo obligado hacerle una advertencia en orden a mis planteamientos teóricos sobre el turismo. El artículo que usted ha leído arranca con una pregunta que alude a ellos. El turismo es visto, concebido y estudiado como un fenómeno social. Ese enfoque es de naturaleza sociológica y conductual, por lo que se centra en el sujeto que se desplaza para llevar a cabo una serie de actividades, por regla general recreativas, sin descartar otras muchas como las deportivas, la salud, la devoción, la cultura, la aventura, etc.
Ese sujeto tiene diferentes necesidades durante su desplazamiento y para satisfacerlas tiene que adquirir aquellos bienes y servicios que las satisfacen. Es un demandante, y por tanto un consumidor, de esos bienes y servicios. La visión convencional o sociológica deduce de este enfoque que la oferta turística es lo que demanda y consume el turista. Sin embargo, se da la circunstancia de que esos mismo bienes y servicios los demanda y consume también el residente o no turista. De aquí que no sea posible identificar de un modo objetivo la oferta en la economía de turismo vista desde el sujeto. La doctrina convencional insiste en que el turista es el paradigma del consumidor, porque parte del principio de que un turista es, exclusivamente, el que se desplaza por ocio o vacaciones y, por ello, ha dejado (temporalmente, claro) de ser productor.
Todo ello complejiza el conocimiento del turismo, el cual, sostengo, no es más complejo que cualquier otra parcela de la realidad. Su complejidad deriva del enfoque con el que se estudia, un enfoque que si bien permite identificar al consumidor no identifica con la misma contundencia lo que consume, es decir, la oferta. El turista es para la teoría convencional un consumidor que convierte en turístico todo lo que consume, es como un nuevo rey Midas, el cual todo lo que toca se transforma en turístico.
Frente a este enfoque, el sociológico o fenoménico centrado en el sujeto que se desplaza, he desarrollado un enfoque alternativo, económico o nouménico. De acuerdo con este enfoque, el turista lo que necesita y consume es un programa de visita con contenido y, si eso es lo que consume, la actividad que elabora ese programa constituye la oferta de turismo. El turista, como el cliente de un restaurante, no consume un conjunto de bienes y servicios. Esos bienes y servicios los consume la empresa que elabora el programa de visita o, en su caso, el menú.
Espero que haya captado perfectamente que, mientras el enfoque sociológico lleva a un complejo conjunto de actos de consumo de bienes y servicios (multisectorial), el enfoque económico simplifica el acto de consumo ya que establece que lo que consume el turista es un solo producto (unisectorial), un programa de visita con contenido, programa para cuya elaboración el fabricante debe proveerse de todos aquellos servicios necesarios para fabricarlo: servicios de transporte y de hospitalidad y todos aquellos servicios que dan contenido al programa (espectáculos, exposiciones, clínicas, congresos, ferias, actos religiosos, etc.)
De aquí que el articulo que usted ha leído se titule: "Turismo, ¿complejo acto de consumo o simple actividad productiva". Espero que si lo ha entendido correctamente me haga llegar su respuesta a tal pregunta.
Otro caso, pues, de positiva mala interpretación, y como las anteriores, también con origen en una Universidad Cubana, que me da pie a explicar unos planteamientos que no suelen entenderse correctamente, lo que atribuyo no a la falta de inteligencia de los lectores, sino a la fuerza con la que está arraigada la doctrina convencional, la cual tiene su origen, como vengo demostrando una y otra vez, en la inveterada y pertinaz noción vulgar de turismo. ¿Tan imposible es derrocarla? ¿Incluso por quienes hacen de la investigación científica su profesión? Son preguntas que dan mucho que pensar.
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