martes, septiembre 17, 2013

TURISMO y MARKETING


Marketing secuestrado

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Blog de Lluis Mesalles
A todos nos cuesta mucho definir lo que significa la palabra marketing. Muchos confunden marketing por comercialización. Los empresarios tienen dificultades en interpretar para qué sirve el marketing. Los hoy tan de moda expertos filósofos informáticos, también tienen sus confusiones. Pareciera que nos quieren vender la idea de que solo aplicando las últimas tecnologías y conceptos filosóficos asociados, podremos hacer que nuestras empresas sobrevivan y consigan destacar sobre las demás. Y hasta con mucha suerte, hacerse líderes y atraer la perspicaz vista de los grandes inversores mundiales para que nos saquen de nuestro esfuerzo diario, y nos permitan abandonar el campo de batalla, para trasladarnos a una preciosa y relajaste isla tropical, sin mosquitos ni huracanes.

Crece en el sector turístico, y pienso que posiblemente también en otros, el sentimiento de que la tecnología de la información (las ciencias TIC) se está convirtiendo en un grupo de poderosos monopolios contra los que es prácticamente imposible o inútil luchar. Nos sentimos todos resignados (obligados) a permanecer por los tiempos de los tiempos en manos de estos gigantes de enorme volumen, que nos apabullan con sus cuantiosas inversiones en las páginas de Google donde se posicionan sin piedad por encima de los sitios oficiales genuinos de los hoteles que con tanto esfuerzo muchos están tratando de llevar adelante. Abusan de su fuerza, relegando a los empresarios que supuestamente quieren ayudar, a un papel de meros comparsas.

Nos han secuestrado el marketing, la comercialización y la posibilidad de una amable relación con nuestro viajero, comprador final de nuestros servicios, motivo exclusivo de su fidelidad. Estos monopolios secuestradores actúan como dueños de los mercados, y negocian frecuentemente abusando de nuestras propias debilidades. Siempre se presentan como la solución a nuestra triste situación, en forma similar a como actúan las mafias que ofrecen protección a los incautos más débiles.

Como esperamos poder atender correctamente a un cliente, con calidad satisfactoria y consiguiendo su fidelidad y complicidad? Los usurpadores de nuestro marketing se interponen en el camino, presumiendo de forma avasallaste que los viajeros pueden conseguir tarifas mucho más económicas con ellos, que si tratan directamente con nosotros. Un absurdo incomprensible. Hacemos acuerdos para perjudicarnos. Y nos justificamos con la débil excusa de que así es como funciona el mercado actual. Las jugosas comisiones que otorgamos a los intermediarios, a menudo son utilizadas para ofrecer tarifas más bajas. Sin hablar de los trucos informáticos que aplican sin merced, ocultando disponibilidad en nuestro hotel, para re-dirigir a los viajeros hacia otros donde consiguen mejores márgenes.-

Para librarnos de este secuestro y opresión casi mafiosa, una herramienta principal, tiene que ser la paridad de precios, la paridad tarifaria. Si publicamos una oferta, que sea para todos por igual. Que el cliente pueda acceder en las mismas condiciones por teléfono directo con el alojamiento, vía su agencia de viajes, por la página web del hotel, o por el poderoso gran centro de reservaciones. No podemos permitir que los descuentos especiales que otorguemos a algunos de estos nuevos monopolios, sean transmitidos al cliente, fomentando así una implacable competencia hacia nosotros mismos. Una vía segura y muy rápida hacia el turismo

Nuestros productos turísticos deben venderse a su precio. Si son buenos deben ser más caros que si son mediocres, independientemente de las estrellas y los llamativos o extravagantes diseños decorativos. Podemos hacer ofertas puntuales justificadas, por volumen o fechas, pero siempre accesibles a través de cualquiera de las formas de distribución. Sean directas o a través de intermediarios. Las mismas tarifas en las mismas condiciones, para todos, vengan por donde vengan.

Sabrán los ingenieros y estrategas, elucubradores de las TIC, cuál debe ser la diferencia entre una habitación de 20 dólares y una de 200, o la diferencia entre un café de 1 dólar y uno de 10?

Habría que averiguarlo, y si no lo saben, explicárselo.

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